Como extranjera que se enamoró de Santa Marta, me parte el corazón ver cómo esta ciudad — la más antigua de Colombia, llena de cultura y belleza natural — se ahoga en su propia basura. ¿Cómo podemos fingir que todo está bien cuando vemos bolsas de plástico volando por las calles, basura esparcida por las playas y desechos deslizándose por las laderas hasta llegar al mar?

Es fácil culpar a otros. Pero, ¿y si el problema — y también la solución — es más complejo de lo que pensamos? En este blog quiero compartir lo que he observado como alguien que ama este lugar y quiere protegerlo. Creo que hay al menos cuatro caminos que, si se combinan, podrían ayudar a que Santa Marta sea una ciudad más limpia, saludable y habitable para todos.

1. Limpiezas de Playa y Submarinas: Visibles, pero Insuficientes

Empecemos por lo que muchos ya estamos haciendo — limpiezas de playas y recolección de basura bajo el agua por parte de buzos. Estas acciones son valiosas. Generan conciencia, unen a la comunidad y muestran a los turistas que sí nos importa.

Pero seamos sinceros — estamos recogiendo solo una fracción de lo que realmente llega al mar. Por cada botella plástica que sacamos, decenas más bajan por los ríos, vuelan desde las calles o son arrojadas a quebradas. Es como poner una curita sobre una herida que no deja de abrirse.

Las limpiezas son hermosas e importantes, pero no pueden ser la solución principal. Son el último paso de la cadena — cuando la basura ya escapó del sistema.

2. Educación: Sembrar para el Futuro

Educar a las nuevas generaciones es, quizás, la estrategia más esperanzadora. Los niños que crecen respetando la naturaleza tienen menos probabilidades de contaminarla. Las escuelas, campañas ambientales y conversaciones familiares pueden ayudar a crear una nueva cultura de cuidado.

Pero la educación es un proceso a largo plazo. Requiere constancia, recursos y la fe de que las mentalidades pueden cambiar — incluso cuando sabemos que los hábitos culturales están profundamente arraigados. No es fácil cambiar la forma en que la gente trata los espacios públicos cuando nunca ha visto un sistema funcional de limpieza y respeto.

Aun así, creo en el poder de las historias, de los buenos ejemplos y en mostrarles a los más jóvenes que sí existe una mejor manera. Este trabajo debe continuar, pero necesita ser reforzado con cambios visibles e inmediatos.

Si quieres participar en la educación ambiental de los más jóvenes, acompáñanos en nuestros talleres mensuales con los niños del Fénix Football Club y otros jóvenes de Taganga. Síguenos en Instagram para mantenerte al tanto: el próximo taller será a comienzos de junio 2025.

3. Infraestructura y Acción del Gobierno: La Pieza que Falta

Aquí es donde la cosa se pone seria. Porque, honestamente, a veces ni siquiera es culpa de la gente.

He visto a muchas personas empacar su basura en bolsas y sacarla a la calle — solo para dejarla en el suelo, porque no hay canecas. Ni un solo contenedor grande público a la vista. Ni siquiera en las vías principales que suben hacia los cerros.

Y aunque la basura se deje con buena intención, los perros rompen las bolsas. El viento la esparce. La lluvia la arrastra hacia las quebradas, los ríos… y finalmente, al mar.

¿Y los camiones de basura? Pues sí pasan… a veces. Los he visto a las 9 de la noche o más tarde, generando trancones cuando ya deberían haber terminado sus rutas. Otras veces, ni aparecen. No hay horario público, ni rutas visibles, ni comunicación.

¿Cómo puede funcionar un sistema si la gente ni siquiera sabe cuándo va a pasar el camión — o dónde debe dejar su basura?

Esto no es un misterio. Es una falla en la organización básica de la ciudad. Así como no esperaríamos que un sistema de buses funcione sin paradas ni horarios, no podemos esperar que el sistema de recolección de basura funcione sin contenedores, rutas y coordinación.

Santa Marta necesita más — y mejor — infraestructura para la basura. Contenedores grandes colocados estratégicamente. Horarios consistentes. Nuevos camiones. Mejor comunicación. Un sistema funcional que le dé a la gente la oportunidad de hacer las cosas bien.

Porque créeme: la mayoría de las personas no quieren vivir rodeadas de basura. Pero sin infraestructura, ni las mejores intenciones alcanzan.

4. Un Cambio de Estilo de Vida: Consumir Menos, Generar Menos Basura

Este punto quizás no sea el más popular, pero es profundamente transformador. Porque cuando vivimos de forma más simple, generamos menos residuos.

Pensemos en qué genera más basura: empaques de comida procesada, bebidas azucaradas, paquetes de papas, galletas, envases plásticos. No las frutas. Ni el arroz, los huevos, las legumbres o los vegetales.

Y lo mejor — la comida natural no solo es mejor para el planeta, también es mejor para nuestro cuerpo. Puede que no tenga la satisfacción inmediata de un snack azucarado, pero nos da energía real, nutrición verdadera y no deja basura.

No siempre es fácil, especialmente en una cultura donde los productos procesados son lo común. Pero cuanto más volvamos a una alimentación simple — comidas caseras, productos locales, envases reutilizables — menor será nuestro impacto.

Aunque también es importante decir que el mercado de los recipientes reutilizables se ha convertido en un gran negocio. Muchos de estos productos, aunque atractivos y económicos, están hechos de plástico de baja calidad que dura poco. Al final, volvemos a comprar y a desechar, una y otra vez.

Y esta mentalidad aplica a todo. Ropa. Electrónicos. Accesorios. ¿Por qué producimos más y más con menos calidad? ¿Por qué seguimos reemplazando cosas que aún funcionan? Porque la cultura nos dice que necesitamos el modelo nuevo, la última versión, lo que todos los demás están comprando.

¿Qué pasaría si, antes de cada compra, nos hiciéramos estas preguntas?

  • ¿Realmente necesito esto?
  • ¿Va a agregar valor a mi vida?
  • ¿Cuál es el costo ambiental de este objeto?

No digo que dejemos de comprar. Digo que compremos con conciencia. Y ese pequeño cambio puede expandirse como una ola.

Reflexión Final: Cuatro Caminos, Un Solo Objetivo

Esto no se trata de culpar a nadie. Se trata de reconocer que Santa Marta — este lugar mágico, caótico y hermoso — merece algo mejor.

Entonces, ¿qué hacemos?

  1. Seguimos limpiando. Porque importa.
  2. Seguimos educando. Porque los niños son el futuro.
  3. Exigimos infraestructura. Porque es la base.
  4. Vivimos más conscientemente. Porque el cambio empieza por nosotros.

Ninguno de estos caminos es suficiente por sí solo. Pero juntos, pueden marcar la diferencia.

Santa Marta está por cumplir 500 años. ¿Qué mejor regalo que una ciudad más limpia, organizada y consciente para los próximos 500?

Empecemos ahora.

Limpiemos, enseñemos, organicémonos y repensemos la forma en que vivimos.

Porque este lugar — y su gente — lo valen.

Escrito con amor y profundo respeto por Santa Marta, por alguien que tal vez no nació aquí, pero que ahora la llama hogar.

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